Huevos Felices: ¿Son tan sonrientes las gallinas?
El concepto de huevos felices tiene que ver con el sello de “free range” o rancho libre, en español. Vida Magazine investigó más sobre este novedoso concepto y derribó algunos mitos sobre el tema.
¿El huevo feliz es lo mismo que un huevo de campo?, las gallinas felices ¿viven a la intemperie y libres?, los productores de huevos ¿buscan los huevos en el campo abierto uno por uno?, ¿son gallinas especiales las que producen los huevos felices?
Cuando leemos en los envases el sello de “huevos felices” con certificación de Free Range, imaginamos a gallinas felices, e irónicamente vemos a gallinas sonrientes y con parámetros de felicidad que racionalmente no tienen mucho sentido. Sin embargo, tras el conocimiento de las industrias avícolas, donde las gallinas ponedoras tienen un nivel de productividad a gran escala y un hacinamiento casi perverso con un metraje mínimo por habitación, se entiende el concepto de Free Range y huevos felices; al fin, a nadie le gusta comer algo que sabe viene “marcado” de sufrimiento en su proceso.
La producción es bastante más digna a favor de los huevos felices, donde las empresas que se han comprometido con los sellos de producción amigables buscan dar un bienestar a las gallinas ponedoras, criándolas en un metraje bastante más amplio y con un porvenir más saludable con el medio en cuanto a su trato y alimentación, pero su crianza no es tan libre como se imagina.
Para comenzar, las gallinas con sello free range tienen la misma raza de las avícolas industriales, no son gallinas de campo como se cree, viven en un metraje mayor, pero no están completamente libres en el campo, tienen sus horarios y sus espacios para empollar definidos. Según Daniel Herrera, ingeniero agrónomo y dueño de Mi Granja, Huevos Felices, “es imposible tener a las gallinas libres todo el tiempo, así nosotros las dejamos mediodía a la intemperie. No obstante, su habitación es un corral donde habitan como máximo ocho gallinas por metro cuadrado”, siendo que el común en las avícolas industriales solo les da algunos centímetros por ave.
Quizás la mayor diferenciación de este tipo de huevos pasa por la alimentación de las aves, que es lo más natural posible, sin medicamentos químicos y una vida con menos estrés que en un corral de alta producción. Según los parámetros de Slow Food, Anabella Grunfeld, investigadora gastronómica y miembro activa de Slow Food, comenta que “nuestros productores trabajan promoviendo alimentos buenos, limpios y justos. ‘Buenos’ implica sabrosos y de calidad; ‘limpios’ que son sin agrotóxicos que perjudiquen el medio ambiente y nuestra salud, y ‘justos’ de modo que los productores reciban una retribución acorde al trabajo que realizan y los consumidores no sean ‘apaleados’ con los precios”.
Si bien uno de los beneficios de este tipo de huevos son el respeto por el ecosistema, el comentario más frecuente entre sus consumidores es el precio, ya que a veces hasta duplican el valor de un huevo industrializado y para notar las diferencias entre cada tipo de huevo hay que tener un paladar un tanto refinado o educado. Sin embargo, los productores justifican el precio gracias a que con este tipo de criado avícola solo alcanzan a tener una producción pequeña y con un gran esfuerzo, ya que no se fuerza al ave a producir.
En relación al sabor y textura, según el veterinario Gabriel Troncoso, miembro del colectivo Fronteras del Sur, “los huevos y gallinas campesinas son genéticamente distintas, hay diversidad de colores que van del blanco, distintos tonos de café, azulados y verdosos; los industrializados están estandarizados como blancos o de color”. “Con respecto al sabor de los huevos, varía dependiendo del alimento que ingieren las aves, que también afecta en el tamaño, forma, el color de la yema y su textura”.
Es común la adoración por el sabor de los huevos de campo en las mesas chilenas, sin embargo, la actividad campestre no alcanza una rentabilidad alta, porque las gallinas de campo o criollas dan aproximadamente 150 unidades de huevos al año, por lo que difícilmente se pueda extrapolar a un gran negocio. En este sentido y por todas las razones expuestas, los huevos felices son una gran opción en salud, y en el camino de las gallinas que probablemente no son completamente felices como indica la publicidad, pero al menos tienen una vida “más digna” para producir los huevos de su omelet matutino.
Por: Lorena Rapiman
@lorerapi
Fotografía: Daniel Esquivel
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